jueves, 22 de noviembre de 2007

Hijas de la Luna

Existe una mágica conexión entre la femineidad y la luna, símbolo de misterio, guía en la oscuridad y protectora de los secretos de la noche. Durante milenios la luna ha regido la volubilidad de la mujer, ha sido su confidente, consejera y a veces la única testigo de ritos femeninos que se pierden en el tiempo y los secretos de muchas culturas y creencias.
Es amiga de la magia, reina de la noche, luz entre sombras que vela nuestro sueño, tal como una madre cariñosa que cuida el sueño de sus hijos o la amante enamorada que observa a su amante dormido.
Existe mucho en nosotras de la Luna, nuestro sentido misterioso y sensual, nuestro amor tierno, dulce y protector, nuestra coquetería esquiva que como la luna conquista y seduce para luego escapar hacia el mar y ocultarse juguetona hasta la siguiente noche, somos luz entre sombras, guías en la oscuridad del alma y amigas de la magia.
Siendo el misterio, la sensualidad y la magia las cualidades de la que vela nuestros sueños, la divinidad de la luna sólo podía ser de género femenino.
Cómo es mi blog, me daré un gusto personal contarles la leyenda de Selene, porque su historia me encanta por razones de mujer.
Selene es la diosa que representa la luna en la mitología griega. Selene era la hermana de Helios, el dios Sol, y como él, debía iluminar los cielos durante la noche. Pero una de esas noches mientras ella paseaba en su carruaje de plata, su luz iluminó el rostro dormido del pastor Endymión, quién descansaba en el monte Latmo, desde el instante en que lo vio quedó prendada de él. Así, desapareció de los cielos para recostarse junto al pastor y despertarle con el roce de sus labios, al abrir sus ojos Endymión vio a la diosa junto a él y entre ellos nació de inmediato una gran pasión. Zeus enfurecido con Selene por abandonar su lugar en el cielo, castigó a Endymión a dormir eternamente.
Pero luego, conmovido por las peticiones de Selene, consintió en dejar que la luna desapareciese del cielo varias noches al mes para hacer compañía a su amado, y el resto de los días, Selene se conforma con verle desde lo alto y acariciarle desde ahí velando el sueño de su amado eternamente. Todo en esta historia es femineidad, la apremiante ansiedad de besar los labios del ser amado, la desesperación al creerle perdido, la dulce y solícita compañía que vela eternamente el sueño de su amado.


Alejandra

sábado, 3 de noviembre de 2007

Y también soy bruja

La madrastra malvada, la mala de la película, la más repudiada; perversas, aterradoras, asesinas, concubinas del demonio, señoras de la noche, etc.
De niña jamás hubiese soñado con ser la bruja de la historia, sus mágicos poderes no parecían suficientes para compensar tanta mala fama, en los cuentos de niños las brujas son crueles, envidiosas, traidoras, mentirosas y siempre son derrotadas, en el pasado fueron perseguidas y quemadas. Cuando llegas a la vida adulta te llaman bruja si eres menos agraciada, mal genio o celosa, tampoco parece deseable... sin embargo la noche de Halloween es uno de los disfraces más usado, de pronto todas quieren ser brujas, tener pociones mágicas, poderes ocultos, miradas que hechicen y secretos inescrutables... una bruja es un símbolo innegable de femineidad, nuestro estrecho lazo con la magia, la noche, la adivinación y los poderes ocultos de la naturaleza, nuestra inquietante cercanía con la crueldad, el poder y la obscuridad, nuestra curiosa habilidad de envolver, seducir y someter.
Nuestra esencia primitiva, el recuerdo de un pasado chamánico, de un poder sanador y la conexión íntima con la naturaleza a través de cuyo conocimiento es posible crear, curar, transformar y a veces destruir.
Busquemos la bruja dentro de nosotras, aquella que reconoce los poderes ocultos de la naturaleza y se une a ellos en busca de su propia magia interior para transmutarse a si misma y a su entorno, aceptemos nuestra capacidad de ver y oír lo imperceptible para beneficio de los que amamos y tomemos el control de nuestro poder.
Tomemos las cualidades de la bruja dentro de nosotras y seremos hechiceras grandiosas, no nos apeguemos a nuestro lado obscuro si no queremos ser combatidas y exterminadas, si no deseamos perdernos a nosotras mismas, debemos potenciar nuestra luz, nuestra fuerza creadora y transformadora, nuestra intuición, nuestra íntima conexión y conocimiento de la naturaleza. Entonces seremos grandes hechiceras.

Alejandra