lunes, 28 de abril de 2008

Tú me Quieres Blanca



Tu me quieres alba

Me quieres de espumas,

Me quieres de nácar.

Que sea azucena

Sobre todas, casta.

De perfume tenue.

Corola cerrada




Ni un rayo de luna

filtrado me haya.

Ni una margarita

se diga mi hermana.

Tú me quieres nívea,

Tú me quieres blanca,

Tú me quieres alba.




Tú que hubiste todas

las copas a mano,

de frutos y mieles

los labios morados.

Tú que en el banquete

cubierto de pámpanos

dejaste las carnes

festejando a Baco.

Tú que en los jardines

negros del Engaño

vestido de rojo

corriste al Estrago.




Tú que el esqueleto

conservas intacto

No sé todavía

por cuáles milagros,

Me pretendes blanca

(Dios te lo perdone),

Me pretendes casta

(Dios te lo perdone),

¡Me pretendes alba!




Huye hacia los bosques,

Vete a la montaña;

Límpiate la boca;

Vive en las cabañas;

Toca con las manos

La tierra mojada;

Alimenta el cuerpo

Con raíz amarga;

Bebe de las rocas;

Duerme sobre escarcha;

Renueva tejidos

Con salitre y agua;

Habla con los pájaros

Y lévate al alba.


Y cuando las carnes


te sean tornadas,

Y cuando hayas puesto

en ellas el alma

que por las alcobas

se quedó enredada,

Entonces, buen hombre,

Preténdeme blanca,

Preténdeme nívea,

Preténdeme casta.

Alfonsina Storni


Me gusta este poema, cuantas veces he pensado lo mismo, intento acostumbrarme a esta sociedad de doble standard que nos dio lugar para trabajar, ser fuertes y sostener un hogar, pero no para ser seres sexuales, amar libremente o de vez en cuando volvernos locas y actuar sin pensar.
Con seguridad más de alguien me dirá que las mujeres hoy hacen las mismas cosas que los hombres, que son libres, que cometen locuras y que se toman unas copas demás ¿Y qué??
si por alguna razón, que por más que trato de entender no logro descifrar, siento que ellos poseen un derecho exclusivo que transforma esas faltas en curiosas virtudes, signos de poder, valor, individualidad o autonomía, y que incluso cuando sus actos son considerados faltas, el arrepentimiento adquiere valor de redención porque ya sabemos que errar es humano, pero para nosotras no es igual, todos sabemos de sobra el nombre que les dan a las que se atreven y que luego son descartadas por imperfectas, por usadas o por locas, juzgadas y desechadas por quienes cometen los mismos errores, poseen los mismos defectos y toman las mismas malas decisiones.
Tal vez ni me interesa demasiado toda esa libertad, pero no veo porque el hecho de ser mujer me deba restringir, muchas de esas cosas quizás ni siquiera deseo hacerlas, pero quiero saber que puedo, sin que me señalen, etiqueten de loca o me traten como si mereciera ser apedreada, quiero que ser femenina, perfecta, pura o angelical sea una decisión que cada mujer pueda tomar libremente sin temor a sanciones sociales y no una opción irrenunciable para evitar recibir cien azotes o ser alienada como si se padeciera una enfermedad contagiosa. Quiero que cada mujer pueda ser quien es porque le gusta serlo, no porque es un deber, ni mucho menos con temor a que sea un pecado.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Buscando a la Mujer Salvaje

"Hay una vieja que vive en un escondrijo del alma que todos conocen, pero muy pocos han visto(...)
(
...)Se la conoce con distintos nombres: La Huesera, La Trapera, La Loba. La única tarea de la Loba consiste en recoger huesos. Recoge y conserva sobre todo lo que corre peligro de perderse. Su cueva está llena de huesos de todas las criaturas del desierto: venados, serpientes de cascabel, cuervos. Pero su especialidad son los lobos. Se arrastra, trepa y recorre las montañas y los arroyos en busca de huesos de lobo y, cuando ha juntado u esqueleto entero, cuando el último está en sus sitio y tiene ante sus ojos la hermosa escultura blanca de la criatura, se sienta al fuego y piensa que canción va a cantar. Cuando ya lo ha decidido, se sitúa al lado de la criatura, levanta los brazos sobre ella y se pone a cantar. Entonces los huesos de las costillas y los huesos de las patas del lobo se cubren de carne y a la criatura le crece el pelo. La Loba canta un poco más y la criatura cobra vida y su fuerte y peluda cola se curva hacia arriba. La Loba sigue cantando y la criatura lobuna empieza a respirar. La Loba canta con tal intensidad en el suelo del desierto se estremece y, mientras ella canta, el lobo abre los ojos, pega un brinco y escapa corriendo cañón abajo. En algún momento de su carrera, debido a la velocidad o a su chapoteo en el agua del arroyo que está cruzando, a un rayo del sol o a un rayo de luna que le ilumina directamente el costado, el lobo se transforma de repente en una mujer que corre libremente hacia el horizonte, riéndose a carcajadas. Recuerda que , si te adentras en el desierto y está a punto de ponerse el sol y quizás te has extraviado un poquito y te sientes cansada, estás de suerte, pues bien pudiera ser que le cayeras en gracia a La Loba y ella te enseñara una cosa... una cosa del alma." (Extraido de "Mujeres que corren con los lobos".Clarissa Pinkola Estés)
Dentro de cada una de nosotras hay una mujer salvaje, oculta en un lugar del desierto, bajo la arena, busquemos en nuestro interior la fuerza indestructible de la vida, los huesos del alma y con el canto de nuestras verdades y anhelos traigamos de vuelta a la vida a nuestra Mujer Salvaje.
Muchas dirán me asusta encontrar a la mujer salvaje en mi, y yo pensé lo mismo por años, temía descubrir una esencia indomable que cometería locuras y se arriesgaría tontamente, pero cuando encontramos nuestra verdadera esencia salvaje hallamos aquella naturaleza instintiva que nos advierte de los peligros, de las agresiones, la mujer salvaje está en aquella voz interior que desde las entrañas nos avisa que debemos cambiar de rumbo, dejar un lugar, un hábito o abandonar una relación.
Cuando verdaderamente hallen a la mujer salvaje dentro de uds. volverán a oír y a obedecer la voz interior que les dice que es lo correcto para cada una, no lo que la sociedad, las reglas o los demás nos dicen, sino aquello que el corazón te ordena más allá de los temores, de las ansiedades, la culpa o incluso más allá de aquello que a nuestros ojos puede parecer atractivo o amable. La mujer salvaje es la voz que dentro de cada una grita peligro cuando acercamos las manos al fuego encandiladas por su brillo o cuando curiosas y sedientas nos acercamos una copa de veneno a los labios.
Busquen a la mujer salvaje dentro de uds. Oigan su corazón, obedezcan al estremecimiento de su piel, al frío que recorre su espalda cuando algo marcha mal, al sonido del peligro que nos hace mover las orejas, a las señales que vibran en nuestros bigotes... atenta, cauta, intuitiva como una loba, como una gata, como la mujer salvaje.


Alejandra